domingo, 4 de octubre de 2009

Dong Nguyen y el espíritu crítico


En la FES Acaltán se hizo presente la experiencia y opinión de Dong Nguyen con la promesa inicial de “un balance cualitativo y cuantitativo del pasado proceso electoral”. Sin embargo, parecía que el coordinador del Fondo de Apoyo a la Observación Electoral del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, sólo conocía la parte técnica de una elección, los resultados, pero no las condiciones de vida de quienes votan.
Nguyen llegó al punto de aseverar que el proceso del año 2006 fue una “elección perfecta”, pero reñida. A la pregunta expresa de cómo podía calificar de ejemplar al sistema electoral mexicano (tanto como para trasladar a nuestro país a los recién estrenados funcionarios electorales del colonizado Irak con el fin de aprender a organizar votaciones), su respuesta se asemejaba más a la de un lejano técnico que argumenta “ustedes son los que votaron”. Pareciera que para el erudito de lo electoral, las bases de datos en manos del cuñado de uno de los entonces candidatos no existen, tampoco los consejeros y magistrados tendenciosos, ilusoriamente, los intereses de transnacionales mucho menos.
Ahondando en los intereses del capital, el expositor relató anécdotas de elecciones en las que participó personalmente, como las de Afganistán e Irak, como si éstas fueran procesos democráticos naturales, no la consecuencia de una invasión armada. Lo más decepcionante de la conferencia magistral fue que entre el público acatlense (la mayoría forzado a estar ahí por sus profesores) sólo hubo aplausos para el ponente.
Hoy, a un día de recordar 41 años de la ofensivamente célebre noche de Tlatelolco, cabría preguntarnos ¿dónde quedó el espíritu crítico de los universitarios?
Hace un año, Denisse Dresser cuestionaba en El pasado presente ¿Qué ocurriría si al hijo de cualquier lector lo acribillaran mañana en la calle?, lamentablemente después de indagar sobre la actuación de las instituciones, tanto judiciales como autónomas, y los poderes fácticos representados por las televisoras, Dresser plantea la probabilidad de que el andamiaje institucional actual no reaccionaría ante la impunidad de manera distinta a como lo hizo entonces.
Lo verdaderamente desconsolador, ante este panorama de por sí sombrío, es que frente a un nuevo crimen como el ocurrido aquel 2 de octubre, se encontraría una juventud con menos argumentos para su defensa, con un desinterés que se respira desde el aula hasta las calles.
Actualmente, una significativa parte de los universitarios se encuentra tan alejada de aquella inquietud inaplazable de 1968, que pretendía simplemente “cambiar las cosas”, como de una verdadera condena al recorte de 200 millones al presupuesto de la UNAM anunciado en agosto de este año. Decir que la mayoría de los estudiantes hoy en día piensan más en la revolución que en los eventos deportivos de alcance mundial, sería, por decir poco, inocente.
No podemos culpar a la juventud, menos a los estudiantes, de estar consternados únicamente por lo más apremiante, mucho menos en la coyuntura de una crisis económica, sin embargo, tampoco debemos permitir que olviden su historia, porque tienen ellos la responsabilidad de demostrar nuevamente, que la solución a los grandes problemas del país, no son los soldados, sino los estudiantes.

-Axel Velázquez Yáñez

No hay comentarios: