miércoles, 3 de septiembre de 2008

Emotivos

Era martes 18 de marzo por la tarde y Sunny Broken Heart escuchaba asombrado en el Bar Gante del centro histórico una plática entre Javier Flores, responsable de la sección de ciencia del periódico La Jornada, Guillermo Samaniego, profesor universitario y músico y Jorge Bernal, investigador y docente, entre otros. El motivo de la reunión era, como siempre acostumbran, hablar de lo que Andrés Manuel López Obrador había dicho en su discurso con motivo de los setenta años de la expropiación petrolera. Sin embargo, la sorpresa para Sunny fue que a pesar de haberse dado a conocer aquel día un plan de acción para imponer cercos en aeropuertos, carreteras, Pemex y el Congreso (en caso de presentarse la iniciativa de privatización), el tema de conversación eran los emos; “son como punks pero fresitas, bonitos y con playeritas con calaveritas sonrientes”, opinó alguien, “son una versión pervertida, consumistas”, contestó otro. La sorpresa iba más allá de que se tratara de gente preparada con opiniones superficiales y poco informadas, cargadas de la visión que los medios masivos de comunicación han proyectado del tema, se debía más que otra cosa, al gran alcance que ha tenido un asunto que parecía apenas hacía unas semanas exclusivo de grupos de jóvenes. Se trataba ya de un asunto de interés general.

Parece algo “muy armado desde afuera”, como Alfredo Nateras, del departamento de Sociología de la UAM lo dice. Tomando en cuenta esta opinión, Sunny Broken Heart recuerda haberlo pensado así desde el principio, para él se trata de uno de esos temas que distraen a la gente mientras las cúpulas del poder hacen acuerdos debajo del agua, aprovechando que la opinión pública gira en torno a supuestos náufragos, o como en este caso, a los emos.

La diferencia es que en este caso Sunny se siente aludido. Sunny iba un día muy tranquilo en el metro, cuando de la nada, tres jóvenes “normales” empezaron a gritar, “ahí viene un emo, péguenle a los emos”, alternado sus gritos con canciones; “llora emo, llora”. Obviando los percances con los que Sunny ha tenido que lidiar desde que el 8 de marzo se dio a conocer la primera agresión, supuestamente, entre tribus urbanas, Un intento de linchamiento en la plaza de armas de Querétaro. A Sunny lo que más le preocupa es el hecho de que la gente empiece a señalar a otros, no porque sean guapos o feos, altos o chaparros, legítimos o espurios, sino porque “son emotivos”, y el problema no es sólo ese, además, influenciados por la visión simplista proyectada en la televisión y en otros lugares, la gente en verdad cree que los emos lloran todo el día, y esperan verlos cabizbajos y cortándose las venas mientras sollozan debajo de la lluvia (con su respectivo fleco, no faltaba más) para que los demás no noten que están berreando.



¿Cómo empezó todo?
Sunny ha tenido que admitir que él también odió el emo alguna vez. A él le tocó ver como en menos de dos años, los emos llegaron y se apropiaron de toda una escena. Llegaron con flecos más sofisticados, con música más parecida al metal que al punk, con bandas de las que él jamás había escuchado y con los pantalones entubados que Sunny siempre había querido, pero le había resultado imposible conseguir, y por supuesto llegaron a robarse las novias y prospectos de novias de todos, ya que “llamaban más la atención”. Sin embargo, para Sunny es importante aclarar que el emo es un género musical derivado del hardcore punk que existe desde finales de los años 80 y que se diferencia de éste por su sonido más lento y melódico. No es un asunto nuevo, no es para ignorantes, frívolos y pervertidos, de hecho en la idea original del emo, las bandas consideraban que tratar de satisfacer a un público mayoritario con música "artificial" o "envasada", sería incompatible con expresar emociones genuinas, y expresar emociones genuinas para algunos, resultaba bastante antisistema.
Como muchas otras cosas a México el emo, llegó ya un poco tarde, a pesar de que algunas de las bandas representativas del género eran ya conocidas. Pero fue hasta hace muy poco que el término emo, así como el look (si se busca en la enciclopedia virtual wikipedia se les describe a quienes lucen emos como “personas que con su estética intentan parecer personas tristes y amargadas, basan todo su físico en problemas emocionales”) fueron conocidos masivamente, a pesar de que en un principio fueron usados sólo por una élite que tuvo acceso a la información acerca del emo antes que muchos. Tan se masificó, que los amigos o conocidos de Sunny que se decían punks, punk rockers o happy punks, se empezaron delinear los ojos y a tocar “emocional hardcore” y decían tontamente (según Sunny) “está chido tocar punk rock al principio, pero después ya hay que pasar a cosas más chidas”. Pero no sólo llegó a eso, el fenómeno incluso alcanzó a aquellos primos en edad de secundaria que no son nada un día y al día siguiente ya son emos, Sunny se ha preguntado si esos premos (primos emos), se podrían recetar una de estas explicaciones, que sirvan de justificación a su nuevo aspecto: “el término emo es un apócope de emotional hardcore o emo-core y hace referencia a las letras de los grupos del género, caracterizadas por abordar variadas emociones y estados de ánimo, buscando asimismo generar estas mismas emociones en el oyente. Para lograr una mayor expresividad utilizan en su música cambios de ritmo y crescendos, combinando en una misma canción estallidos de furia heredados del hardcore, con sonidos más apacibles”, Sunny no lo cree.
La apertura de los medios en México a este fenómeno no pudo esperar más. Era ya común en la televisión de paga ver una y otra vez los videos de “bandas emo”, pero incluso llegó a la televisión pública, aunque más camuflajeada, digerible para las masas. En el radio las bandas alcanzaron lugares en los rankings de popularidad y en el terreno de lo impreso, nuevas revistas de dudosa calidad surgieron a la par del creciente fenómeno emocional y musical.
Todo transcurría con cierta normalidad, a Sunny ya le habían contado de casos en los que en el tianguis cultural del chopo les llegaban a gritar cosas a los supuestos emos, pero no pasaba de ahí. En realidad muchas de las tribus urbanas resultan mimetizables entre ellas y a Sunny siempre le resultó difícil relegar o maltratar a los emos (aunque en una ocasión casi se pelea con un emo después de haber tocado punk rock al estilo chilango), porque el siempre ha dicho; “todos tenemos un emo en nuestro top (los amigos principales del myspace”).
Hasta que un día Sunny leyó en La Jornada: Integrantes de “tribus urbanas” atacan a jóvenes emo en Querétaro, y uno de los balazos decía “Darks, punks y skaceros están molestos con su estilo, pues dicen que les copian, señala una joven”. A Sunny le pareció preocupante, pero lo que más llamó su atención fue que se incluía una foto, y en la foto ninguno de los agresores parecía ni punk, ni dark ni nada. Parecían porros, sí, Sunny insiste en repetir; porros. Efectivamente, días después en ese mismo periódico, el 14 de marzo Patricia Peñaloza en una columna de opinión llamada Ruta Sonora, decía “…los congregados no parecen punks ni metaleros (éstos son característicos al vestir). Dos: la organización, sobre todo la que coincide con el linchamiento, no es usual entre tales tribus antisistema. Tres: es difícil que quienes son usualmente relegados se atrevan a relegar.” “Todo suena a orquestación oficial para aplastar a quienes comienzan a manifestar inconformidad con su entorno, y solían juntarse ahí los viernes: en el código fascistoide, la reunión pública de diferentes es peligrosa”.
Pero no fue sino hasta unas horas más tarde de haber leído por primera vez de agresiones que Sunny cayó en cuenta de que el supuesto odio a los emos se iba a masificar y resultaría tanto atractivo para algunos como peligroso para muchos, entre ellos Sunny. Él admite que tiene un poco de miedo desde aquel día, tal vez un miedo inconsciente, pero presente desde que en Noticias MTV, se dio un “flash de última hora” con la noticia, eso para Sunny fue el inicio de lo que ahora ahí mismo, en MTV, un canal que tendría que ser más sofisticado y civilizado en estos temas ya se llama tristemente “emofobia”, decepcionante.

A lo largo y ancho del territorio nacional

Sunny es conciente de que los jóvenes de los estados del norte del país tienen un contacto más directo con los fenómenos relacionados con la música y heredados de Estados Unidos. Es por eso que Sunny siempre supuso que allá estarían más avanzados en cuanto a concepciones de los movimientos y tolerancia hacía lo que escuchan los demás, hacía cómo se visten y cómo piensan. Sunny se equivocó, se olvidó de la doble moral, de los “persinados”, del conservadurismo, de la ignorancia pues.

El viernes 14 de marzo se suspendieron clases en 5 escuelas de Colima, ante el riesgo de un posible ataque contra estudiantes emos, Sunny no lo podía creer, ¡se quedaron sin clases 3 mil 500 alumnos por una amenaza que circuló por el internet!, aunque al leer el contenido de la amenaza, Sunny se dio cuenta de que no era para menos; “…Por el bien de nuestro estado, ayúdanos a limpiarlo de tantas obscenidades y cosas enfermizas y retorcidas. ¿Eso quieres para tus hijos?, sólo piensa en tus hijos, hermanos, primas, etc…”. Al mismo tiempo que esto ocurría, en Querétaro unos 200 jóvenes se concentraron en la plaza de armas para pedir tolerancia y respeto a toda clase de grupos, algunos de ellos gritaban algo que el mismo Sunny de haber estado ahí hubiera gritado; “no somos emos, pero pedimos tolerancia”. Días después de esto, en la misma plaza, el 21 de marzo, un grupo de ocho emos, se vio en la necesidad de pedir a elementos de la policía estatal protección para ser custodiados mientras abandonaban el lugar. Sunny realmente se sintió emo; “que triste pertenecer a una tribu urbana, la que sea, y verse en la necesidad de pedir protección a cuerpos de control, represores, por miedo a otros jóvenes”, externó.

El 2 de abril en MTV se volvió a hablar de los brotes de la que Sunny no sabe si cínica, burlona o inocentemente se denominó “emofobia”; “peleas de cientos de jóvenes en un centro comercial de Tijuana”. Después se supo por los noticieros, que algo similar ya había ocurrido antes, el 31 de marzo, en Ciudad Juárez, donde un grupo de cholos golpeó a los emos que se reúnen en un conocido centro comercial de esa ciudad. Es por eso que ahí mismo se llevó a cabo una “marcha pro-tolerancia. Todos al lado de los emos” en la que participaron además de los emotivos; punks, skatos y darks, así como algunos cholos, aseguraron quienes marcharon.

Sunny supo que en Puebla hubo otros brotes de intolerancia, seguramente los hubo en muchos otros rincones del país y los sigue habiendo, pero Sunny asegura que “no nos enteramos de todo”.

“Emofobia en la ciudad de México”

El domingo 30 de marzo Sunny leyó algo que pensó que jamás iba a poder leer en un periódico como La Crónica, lo que lo llevó a comprar el periódico, nunca creyó posibles ambas cosas. “Profesionales enfrentan a tribus urbanas” decía la nota. Se incluía una opinión que explicaba a la perfección el motivo por el que Sunny se encontraba tan desconcertado de que la violencia proliferara en una ciudad tan diversa como lo es la ciudad de México; “Si es difícil pensar que en Querétaro o Guanajuato se hayan dado estos enfrentamientos, lo es más en el Distrito Federal, porque a diferencia de los primeros, que son de los estados más conservadores e intolerantes, aquí hay una confluencia de multiculturalidades y posicionamientos”.

El sábado 15 de marzo Sunny fue testigo de un “enfrentamiento ente punks y darketos contra los emos”, dijeron los medios, sin embargo, se trató de un evento casi provocado por la presencia de los camarógrafos a la expectativa de filmar violencia en la glorieta de Insurgentes. Los supuestos punks, eran algunos psicobillys (explicar qué son sería otra tesis completa, considera Sunny) y otros, que según comentó una amiga filósofa de Sunny “no se distinguía quiénes eran los emos y quienes los otros, igualitos todos”, “pues claro”, pensó Sunny, “todos jóvenes, todos de negro, todos con peinados y cortes de pelo excéntricos; todos con el mismo derecho a ser libres”.

“Los emos se defienden” decía el diario El Centro, “tendrían que ser tontos o muy inocentes para no saber que más de un emo saber meter las manos”, comentó Sunny con sus compañeros de banda. “Ya nos cansamos de que crean que los emos no nos defendemos”, decían los jóvenes de mirada triste al periódico.

El 22 de marzo grupos darks y emos, convocaron a una marcha contra la intolerancia, racismo y violencia el 5 de abril que sería del tianguis del Chopo al Monumento a la Revolución. La marcha terminó realizándose una semana antes de lo previsto, con resultados que le dieron mucho a la prensa amarillista; el domingo 30 de marzo se podía leer; “punks y darks agreden a emos”, “Con todo tipo de proyectiles dieron la bienvenida a emos en el Chopo”. Sin embargo, lo que para Sunny resultó interesante de uno de los organizadores de esta marcha fue lo que opinó, Morrigan dijo ante la ola de violencia; “una muerte provocaría una persecución de las autoridades en contra de las subculturas, lo que nos limitaría para expresar nuestra identidad y personalidad”.

Cinthia, una estudiante que participó en la marcha y que se definió como emo le contó a Sunny “los que más me gritan son los reggaetoneros que viven por mi casa. Yo no les respondo, su ignorancia habla por ellos”.

De nada sirvió lo que la Comisión de Cultura Prensa y Difusión del Tianguis Cultural del Chopo publicó; “Son infames quienes desatan toda su ignorancia y frustración sobre los más débiles haciéndolos pasto de sus carencias; ante la incapacidad de enfrentar al poder buscan un chivo expiatorio, un manso puchingbag para golpear y golpear a un inocente desahogando la frustración, y los complejos que acarrea vivir en este mundo real, realmente podrido, en medio del caos y la injusticia entronizada. En fin, El Chopo con la conciencia contra la ignorancia; El Chopo contra los prosélitos de Herr Adofo, sus compinches y sus noches de terror y cristales rotos. No más páginas de odio en Internet. Que se escuche tu voz en favor de la razón. Déjenlos en paz, los emos sólo quieren pasarla bien”. La intolerancia había hablado.

“Los chillones”

Sunny leyó con atención y curiosidad las diferentes notas de los diarios capitalinos, como una de El Centro, donde se decía “…los locatarios del lugar optaron por cerrar, sobre todo, después de que, alrededor de las 17:00 horas, se escuchó el estallido de un petardo.” Y tanto en esta nota como en otras, no encontró una explicación de a qué lugar cercano a la glorieta de Insurgentes se referían.

Se referían a “Los sillones”, conocidos despectivamente o en broma como “los chillones”. Sunny recordó cuando su novia lo acababa de cortar y él, platicando con un amigo le hizo saber de su intención de entrar en un libertinaje sexual desenfrenado. Su amigo le dijo; “está chido, pero por favor, por más desesperado que estés no vayas a lo sillones, no caigas tan bajo, puro emo fajando”. Sunny fue, influenciado quizá por otro comentario, “viejas bien chidas fajan con güeyes bien feos”.
A Sunny le pareció un lugar como cualquier otro. Promiscuidad; sí, ¿en qué antro no? Alcohol; mucho y se lo sirven a menores de edad ¿es novedad?. Sunny salió del metro insurgentes junto con otros amigos y caminó en dirección a la estación Durango, enfrente de los puestos de películas porno hay una tienda de ropa monster, muy bien camuflajeada como parte de la tienda se encuentra una escalera del lado izquierdo, al subir esta escalera se empieza a escuchar la música, bien puede ser emotional hard core, pero no hay que confundirse, a Sunny le tocó también escuchar reggaeton y ska en tal lugar.

Dos sillones colocados perpendicularmente, dicen que cuando tocan bandas los mueven, quién sabe hacía donde, porque espacio no hay. Todos apretados y sudorosos como si estar ahí valiera tanto maltrato, desde la entrada a Sunny lo catearon como si el Papa fuera a estar presente, en el baño lo apuraron como si fuera fácil orinar con cinco flecudos borrachos observándolo esperando su turno, a un amigo de sus amigos lo sacaron por ponerse creativo a la hora de bailar, no hay nada, ni artístico, ni propositivo, “ni cómo defender el lugar a la hora de redactar” admitió Sunny, pero para ser justos, “ni cómo defender muchos de los lugares que diferentes grupos de jóvenes frecuentan”.

A lo más que se puede aspirar es a que te dejen entrar al “VIP”, pagando cinco pesos o estando bonito, Sunny pudo subir por bonito, o al menos no pagó. Otras escaleras, un espacio más reducido (una especie de pequeña azotea cubierta con láminas), más emos besándose, más alcohol, otro sillón, nada.




Sin embargo, saliendo del lugar, Sunny se puso a reflexionar, “todas estas agresiones han demostrado, que algunos de los emos sí que piensan, tal como sucede con todos los demás, siempre hay unos más dormidos que otros, pero no hablan por la totalidad”.

Los emos se han empezado a organizar, a denunciar sus carencias y a exigir respeto. Así sea ayudados por sus mamás, como el 22 de marzo en la glorieta, donde se repartieron listones para promover la paz, o firmando acuerdos con el gobierno capitalino, o aseverando que “son los conservadores los que buscan enfrentar a tribus urbanas” u organizando marchas.

Una de ellas relató cómo fue golpeada por 6 jóvenes saliendo del metro Guerrero simplemente por ser emo, y es precisamente por ese tipo de cosas que Sunny se ha sentido indignado por la irresponsabilidad de quienes conducen programas de televisión como Kristoff de Telehit, quien en su programa se la pasa hablando pestes de los emos, demostrando a todas luces su ignorancia de cualquier tribu urbana que sea ajena a su reducido espectro de conocimiento, transmitiendo videos ofensivos que saca de You Tube, y aseverando, sin más análisis “el emo es una mamada”.

Sunny también se ha sentido ofendido por la irresponsabilidad de reactor (única estación de rock en el Valle de México) donde los locutores leen al aire los mensajes anti-emo que les llegan vía celular y que incluso el 31 de marzo, que se pasaron promocionando su día en pro de la tolerancia, dedicado desde la 10 de la mañana al “emociotional hard core”, cuando Sunny escuchaba la transmisión, una por demás informada, radioescucha (que contrasta con un “metalero” que pasan en la televisión diciendo que golpea emos porque ellos a su vez matan gatos) llamó y dijo casi al final de su intervención; “por eso hay que tener respeto y tolerancia hacía ellos” y el locutor le contestó; “bueno, respeto sí, pero ¿por qué vas a tolerar algo que no soportas?”, esto le pareció a Sunny no sólo triste sino insultante a la inteligencia de todos los radioescuchas, ya que se trataba del día “en pro de la tolerancia”. En esa misma transmisión, en el siguiente bloque otra locutora dijo el nombre de la canción que se acababa de transmitir, una canción de Alkaline Trio, banda representativa del emo, y el locutor no pudo evitar emitir un “¡qué aburrido!”. Intolerancia.

Sunny, al ser orgullosamente universitario, encontró desafortunado un estudio de un académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, que dice que 40% por ciento de los emos presentan tendencias suicidas y que pertenecen a clases medias o altas por el elevado costo de la ropa propia del movimiento. Sin embargo, como el columnista Luciano Pascoe Rippey lo analizó; “ni la moda es tan cara, ni veo a cientos de emos suicidándose”.

Aunque Sunny no puede olvidar la historia que le contaron acerca de los emos de la Prepa 6, quienes no se permiten hablarle a más gente fuera de su círculo emo, quienes les hacen pruebas a los que quieren pertenecer a su selecto grupo, quienes se exigen ser bonitos todos, y que además tienen una hora especial en la que todos se juntan, se agarran de las manos y lloran; después de salir de “los sillones” y presenciar cómo “se besan para controlar todos sus corazones rotos”, Sunny no puede sino pensar que están confundidos, como el resto de todos nosotros.

Al salir de “los sillones” le hicieron una pregunta:

-Oye, ¿Por qué te llamas Sunny Broken Heart? ¿Eres emo?
- No, pero y si lo fuera ¿qué?